sábado, 17 de noviembre de 2012

Fundamentación


La mayor dificultad en nuestro tiempo al hablar de identidad santafesina estriba en la pluralidad de respuestas que frente a este tema se han dado. La variedad de respuestas marca la existencia de diferentes  puntos de vista, que presupone condicionantes ideológicos, o la imposibilidad de analizar integradamente los tópicos que el tema implica, en un sólo trabajo.
Es en la definición de las características del ser santafesino donde más dificultosa o encarnizada se torna la lucha, puesto que las dificultades de llegar a un acuerdo alcanzan también al problema de la mentalidad o identidad americana y argentina, que encallan definitivamente en la búsqueda de las causas u orígenes de un determinado comportamiento social.
Y debemos remitirnos a la época en que América comienza a tomar forma en la conciencia europea, porque es desde ese tiempo que se hace evidente la necesidad de establecer diferencias entre conquistadores y conquistados, y salvo por algunos autores de textos literarios que reivindicaron la tradición americana se fundó la identidad con las reglas del dominador que abrió y sostuvo el juego.
Posteriormente la independencia política de América, de las Provincias Unidas del Río de la Plata y hasta la conquista de la autonomía provincial santafesina  hace patente la reafirmación de las diferencias y su sostenimiento. El poder es asumido por el criollo quien buscó anhelante mostrar sus características que lo distinguieron del nativo, del africano y naturalmente del español.
Evidentemente, la independencia significó un rechazo por lo español, y como consecuencia de tal hecho la ruptura, por sobre todo,  con la cultura hispánica. De allí la urgencia de las jóvenes naciones americanas de crear nuevos símbolos, un lenguaje nacional, y dotar a cada país de un proyecto de identidad nacional que lentamente fue adquiriendo connotaciones culturales a partir del sostenimiento de aspectos que originalmente tuvieron valor político como los símbolos patrios: escarapela, bandera, escudo, himno, entre otros. Y así, las guerras por la independencia,  y quienes escribieron sobre esos aspectos crearon un discurso histórico que habló de héroes militares, de dioses y no de hombres hacedores del país y de la provincia que quedaron estampados en el frío de los mármoles y que es necesario bajar de esos pedestales y bucear en la forma que se construyó la identidad. En definitiva, el concepto de identidad tiene dos características  básicas: pasado heroico  y épico. Y  esta necesidad de reforzar la identidad siempre tuvo una mirada, la misma con la que se escribe la historia de nuestro país, pero fundamentalmente, para el caso de nuestro trabajo, nuestra provincia de Santa Fe. Una mirada desde los ojos del conquistador, desde los ojos del colono inmigrante y se ha dejado de lado, de manera casi rayando en la negación, la identidad de los pueblos originarios que aportaron a tal construcción.
Y desde los bronces que la historia ensalza las glorias en nombre del progreso civilizador, ya echa raíces el mito del destino de grandeza en el período de emancipación y se rechaza todo aquello que se contrapone como grotesco, inferior, o bárbaro.
Sin embargo, ese modelo utópico presentado por algunos es refutado por escritores, como José Hernández, quien recrea toda la tradición oral, rural y popular.
Concluyendo, nuestra sociedad tiene una unidad “aparente” en la ponderación de valores como la imagen de la patria, la loa de los héroes, la pertenencia a una colectividad, el mito de la valentía, el machismo todavía reinante, la belleza de la mujer santafesina, la música y las comidas típicas.
Pero, estas son dicotomías que presenta la identidad santafesina (extensibles también a la identidad latinoamericana y argentina) y que sin dudas retrasan la definición de la identidad. Dicotomías que se hicieron presentes desde el momento de la Conquista y Colonización y que fueron además, quienes enmarcan o determinan la mentalidad de nuestro pueblo que sigue ensalzando su historia con mirada de extranjero sobre su propia tierra.
En términos de Mercedes Gagneten nuestro trabajo debe fomentar  procesos tendientes al des-cubrimiento de la raíz u origen de los grupos e identidades colectivas (de dónde venimos); para dar respuesta a la pregunta de quiénes somos y así poder construir trayectoria/ as hacia el futuro (dónde queremos ir).

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